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Ponemos a prueba al Subaru XV 2.0D

Conducimos y evaluamos la apuesta de Subaru en el segmento de los crossover.

Miguel Lorente

31 diciembre 2014 17:00

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Ponemos a prueba al Subaru XV 2.0D

Ponemos a prueba al Subaru XV 2.0D

El Subaru XV nace como híbrido entre un compacto de ciudad y un todo terreno con el ADN marca de la casa de. Tomando como base el Impreza cinco puertas (modelo que no está a la venta en España), el aspecto de este todocamino no deja lugar a dudas de esa mezcolanza de ideas que los japoneses han adoptado como solución a la feroz batalla que se libra en occidente entre los gigantes de la automoción por un pedazo del pastel de la tarta de los conocidos como crossover.

Aspecto

Tanto en el exterior como en el interior, la sensación que da es que nos topamos con un Impreza compacto que ha sufrido una transformación buscando ser aún más eficaz sobre terrenos no asfaltados por lo que su chasis está más elevado que su hermano, concretamente 105 milímetros.

Y es que un vistazo por los cuatro costados no deja lugar a duda: el XV es un Impreza hatchback ligeramente disfrazado. Los faros, la parrilla, las ventanas y las caídas de los pilares, los pilotos... son idénticos salvo por los guarnecidos de los pasos de rueda que son exclusivos del todoterreno.

Ponemos a prueba al Subaru XV 2.0D

Por dentro, habiendo probado y disfrutado de un WRX STI de 2015, encontramos elementos comunes con él, eso sí, la diferencia de precio (unos 15.000 euros, según variante del XV que se compare) se hace notar pero eso no significa que el XV quede cojo, sino que el trabajo sobre el deportivo de Subaru se centra en otros aspectos.

Es cierto que este XV es muy sobrio por dentro pero eso no resta calidad. El vehículo de prueba cuenta con el acabado Executive el cual incluye mejoras como asientos en piel, los delanteros calefactables y regulado electrónicamente el del conductor, volante desde el cual regular el control de velocidad, la conexión vía bluetooth con el teléfono móvil o el sistema multimedia el cual cuenta, entre otros, con un navegador gps, una cámara de visión trasera visualizable en la pantalla de la consola central y la superior que muestra información diversa con consumos instantáneo, medio, autonomía... además de techo solar o calefacción bizonal.

Y es que una vez dentro uno se siente cómodo, muy cómodo, tanto en las plazas delanteras como en las traseras ya que hay espacio más que suficiente para dar un largo paseo en él y sus asientos agarran y se amoldan muy correctamente, tanto que no parece que sea un todoterreno porque así lo es este XV de motor bóxer diésel de tracción integral AWD.

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Conducción

De hecho, una vez que se arranca mediante el botón Start/Stop, la conducción del XV es muy suave, incluso teniendo en cuenta la temperatura matinal, el motor de dos litros turboalimentado es dócil y silencioso.

La aceleración se hace de forma lineal y que se disponga del par (máximo de 350 Nm) entre el rango de las 1.600 a las 2.400 rpm y una potencia de casi 150 CV a 3.600 rpm permite que la combinación del turbo con el bloque de cuatro cilindros están dispuestos de forma opuesta (bóxer) en posición horizontal haga que desde el momento en que se empieza a circular o al cambiar de velocidad, el motor esté siempre trabajando de forma eficaz ya que sientes que en cuanto pisas el acelerador el coche responde y cuando se llega a la velocidad deseada, el motor se sosiega y queda a expensas de lo que le exijas.

Ponemos a prueba al Subaru XV 2.0D

Es cierto que al montar una suspensión elevada, sufre cierta inclinación sobre el eje vertical del coche pero sin transmitir una sensación de balanceo ya que es lo suficientemente rígida como para equilibrar esa tendencia.

De hecho es muy cómoda ya que, si bien no es tan efectiva como otros todoterrenos como su hermano el Subaru Forester que también probamos, transmite de manera sobresaliente lo que los neumáticos "sienten" pero haciendo que en el interior las modificaciones de la superficie se vayan sucediendo sin causar molestia a los ocupantes del habitáculo.

A esto también ayuda que los asientos son más los de un turismo de carretera que un 4x4 de campo, al sentarse te sientes como en un coche urbano, en un compacto, ya que el espacio dentro es amplio, cómodo, sobrio pero acogedor pero no transmite ese aire rural que un vehículo de tracción integral y un chasis distanciado del suelo tiende a transmitir.

Eso sí, si lo comparamos con el comportamiento de otros crossover, el XV es más efectivo cuando el terreno se complica que otros de su competencia directa. Es decir, no puede catalogarse como un todoterreno puro pero sí como un vehículo capaz de dejar en entredicho a un turismo incapaz de afrontar superficies complicadas pero que sin alcanzar los niveles de eficacia propias de pesos pesados del segmento en situaciones al límite.

Ponemos a prueba al Subaru XV 2.0D

En tierra es sorprendente lo rápido que se puede ir con el XV, si el terreno no cuenta con unos baches profundos, las irregularidades del suelo se pasan sin darse cuenta. Si la tierra está compacta parece que se circula sobre asfalto y es muy muy cómodo recorrer kilómetros por caminos lejos del asfalto.

Cuando el suelo se rompe solo hace falta reducir la velocidad para seguir la marcha ya que, aún complicándose el estado del terreno, lo único que se necesita es sentido común y trazar la trayectoria más razonable para que el XV te lleve adonde quieres.

Conclusión

El Subaru XV es una muy buena solución para aquellas personas que viven en zonas urbanas y que disfrutan los fines de semana o en vacaciones de excursiones por el campo, atravesando zonas sin asfaltar sin renunciar a la comodidad.

Es un buen coche de ciudad, su consumo (5,8 litros a los 100 km frente a los 5,6 homologados fue la media que marcó la unidad probada) y el confort que transmite lo hace adecuado para el día a día e igualmente una opción notable para escapadas fuera de la urbe.

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