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ÉPICA A LA AMERICANA

Dale Earnhardt Jr. brilla en las 500 de Daytona

Una épica batalla contra los elementos que acabó a altas horas de la noche.

Dale Earnhardt Jr. brilla en las 500 de Daytona

Dale Earnhardt Jr. brilla en las 500 de Daytona

La épica suele ser larga y muy barroca. Los detalles hacen que la lectura de las historias que se contaban en la antigua Grecia sean a veces complicadas de leer, pero lo bueno es que hemos ido mejorando. Y la épica volvió a escribirse en Daytona. La gesta es de las que permanecerán en los libros de historia por varias razones. El pasado domingo un hombre se levantó como un simple mortal y se acostó como un héroe nacional.

Entrando en comparaciones que pocas veces hacen nombre a la realidad, ganar la Daytona 500 es a ganar la Liga en el fútbol español. Quizá a algunos fans les importa más el llevarse la Gran Carrera Americana que el título de la Sprint Cup. El impacto del evento se demostró el domingo, con unos fans que pese a las inclemencias del tiempo permanecieron en el circuito, esperando a que amainara.

El mayor retraso de la historia

El domingo Dale Eanrhardt Jr. disputaba su décimo tercera Daytona 500 desde que su padre falleciera en la pista de Florida. Dale Earnhardt Sr. siempre era un hombre a tener en cuenta en el asfalto de Daytona, aunque irónicamente sólo consiguió una victoria en la carrera más grande de la NASCAR.

La reciente aparición de Austin Dillon a bordo del Chevrolet número 3 ha levantado ampollas, y que estuviera en la pole para la Daytona 500 era para algunos un tipo de señal. Eso sí, la carrera no fue para nada fácil. Para nadie.

Los nervios estaban a flor de piel, y el debutante Kyle Larson era el primero en remar contra la corriente. Rozó el muro en la tercera vuelta, desinflando el neumático y mandándolo al pit-road muy pronto. No sería el único incidente para el de Ganassi, pues en la vuelta veintitrés salía la primera bandera amarilla por un trompo por otro pinchazo, esta vez la trasera derecha.

Hasta entonces la carrera había sido muy limpia, y sobretodo espectacular. Austin Dillon había perdido comba y se vio devorado por el grupo a marchas forzadas, dejando al poleman en una voluta de humo. Y es que en la NASCAR la clasificación es un mero trámite, porque la igualdad mecánica y las variantes estratégicas hacen que sea a veces difícil leer una carrera.

Bajo esta primera neutralización el caos reinaría en el pit-road. ¡Kenseth está del revés en su pit-stall! ¡Danica Patrck se toca con Marcos Ambrose y queda mal encarada! Las reglas de las paradas en boxes son un poco vale tudo. Da igual que entres al revés en la zona delimitada para realizar la parada en boxes, y da igual si adelantas en pit-road. Lo que debes respetar es el límite de 55 millas por h, y a ojo por la ausencia de limitador electrónico en los NASCAR.

Dale Earnhardt Jr. brilla en las 500 de Daytona

La carrera se relanzaría en la vuelta veintiséis, pero duraría poco. Martin Truex Jr. reventaba motor y salía la neutralización en la vuelta treinta y dos. El grupo había decidido hacer su primera parada bajo la primera amarilla, y para cambiar la estrategia de forma completa, los de la parte trasera del pelotón decían hacer una nueva visita al pit-road...¡empieza a llover! La bandera amarilla permanecería cinco vueltas más hasta que se sacó la bandera roja.

Entonces, la tormenta descargó sobre Daytona. Entre los tornados y las tormentas eléctricas tuvieron una tarde agitada en el trazado de Florida. El protocolo de evacuación de los aficionados funcionó, y una flota de autobuses escolares estaba preparada en caso de fuerza mayor. Y, los pilotos, en sus respectivos motorhomes. Tras cinco horas, la lluvia cesó y los Air Titan pudieron acabar de secar la pista. Seis horas y veinte minutos después, se daba la bandera verde de nuevo en lo que había sido el mayor retraso de la historia de las 500 millas de Daytona.

Los Moonshiners

Correr bajo las luces es algo especial en NASCAR. La primera carrera nocturna se celebró en 1992 en Charlotte, Carolina del Norte, y a lo largo de la historia muchos circuitos han ido adoptando el correr en la oscuridad. Daytona es uno de ellos, y al año tiene un evento mínimo a disputarse en el prime-time americano. Aunque, a veces, ocurre por partida doble.

Como fue el caso de la Daytona 500 de 2012, con el incidente de Montoya y el jet-dryer, o como en 2014. La lluvia aguó la fiesta a Kyle Busch, que lideraba en el momento de la bandera amarilla provocada por Truex Jr. La diferencia más clara respecto a las primeras vueltas fue sencilla: la lluvia arreciaría de nuevo en un margen de unas tres horas, y era probable que no se diera la distancia completa. Fue entonces cuando el espíritu NASCAR volvió a la vida.

¡Bandera verde! En la vuelta cuarenta y siete se daba el banderazo a la segunda parte de la carrera, y empezó lo bueno. ¡El pack-racing está de vuelta! La imperiosa necesidad de ir al frente del grupo debido a la proximidad de la lluvia sacó lo mejor de cada uno de los pilotos que seguían en carrera. Y a los espectadores les encantó. Tres filas en batería, con una precisión milimétrica. El side-drafting sustituyó al bump-drafting. Ahora no se lleva golpear al de delante -principalmente porque es peligroso debido a la forma redondeada del morro de los Gen6-, sino el aprovecharse de las turbulencias laterales. De esta forma es la alteración física del aire la que empuja al coche, de forma que se vieron coches casi pegados puerta con puerta. Y bajo las luces, los Moonshiners revivieron.

Hace más de ochenta años que se creó la base de la NASCAR a causa de la Ley Seca. Principalmente se corría de noche, para evitar ser visto por la policía, y eran carreras trepidantes entre los bosques de Estados Unidos. Pilotos experimentados eran contratados y el alcohol repartido. En 2014 no hay necesidad de correr cargados hasta los topes, pero daba igual. Los pilotos se divertían.

Casi cien vueltas en bandera verde, y varias paradas que fueron casi decisivas. Dale Earnhardt Jr. iba a su ritmo, paso a paso. Peleaba las posiciones pero a su vez no corría riesgos extremos... ¡Accidente en curva 4! Menard, Waltrip, Almirola, Patrick... ¡Big One! Doce coches involucrados en lo que fue el mayor incidente de la noche. En la repetición se ve como Kevin Harvick se toca con Brian Scott, quien tiene que irse a la parte alta del peralte y allí desencadena la melé tocando a Aric Almirola. El #43 de Petty Motorsports posteriormente barrería hacia el interior, golpeando a Austin Dillon -quien milagrosamente no sufrió daños visibles- y ligeramente a Patrick, que acabaría chocando violentamente contra el muro de forma frontal, saliendo ilesa del golpe.

Enganchados a la tele y a los coches

Quedaban menos de sesenta vueltas para el final, y la lluvia aparecía en el radar de los equipos. La tensión aumentó a lo largo de las siguientes cincuenta vueltas. Varios incidentes mermaban al grupo. Austin Dillon iba desbocado. Quizá más de lo necesario, pues provocó dos de los incidentes más destacados en la última parte de carrera.

Entonces, a falta de unas diez para el final, el grupo cabalgaba con más nervios que nunca, pero siempre en formación. Era tener un líder nuevo y este zigzaguear con parábolas bastante senzillas para evitar que la linea interior le superase. Cuando cubría a los que venían por el interior, el exterior quedaba libre. Hamlin se afianzó unas cuantas vueltas en el liderato así. ¡Dale Earnhardt le pasa, pero Hamlin cambia de golpe al interior y le devuelve el adelantamiento! La gente brincaba en las gradas. Finalmente Earnhardt se ponía delante de Hamlin, quien esperaba pacientemente. Sabía que podía ganar si mantenía la calma, pues lo había conseguido en el Sprint Unlimited y en su Duel particular.

Dale Earnhardt Jr. brilla en las 500 de Daytona

Una amarilla tardía permitía al grupo juntarse de nuevo. Vuelta 194. Earnhardt pisaba un trozo de cinta americana desprendido del coche de Marcos Ambrose. Vaya, lo que le faltaba. Durante las vueltas bajo bandera amarilla se pegaba al pace car, para intentar que con las turbulencias el trozo de cinta desapareciera. Nada, no lo conseguía, y la Jr. Nation -el grupo de aficionados de Dale Earnhardt Jr.- se ponía nerviosa. A su vez, esa cinta nos enganchó aún más si cabe a la televisión. Se acercaba la verde.... ¡Bandera verde! ¡Dos para el final y Earnhardt mantiene el liderato! ¡Pasamos la blanca y es ahora o nunca! ¡Hamlin lo intenta por el interior... accidente en curva 4, con Harvick de nuevo involucrado! ¡Earnhardt Jr. mantiene la primera posición y se lleva su segunda Daytona500!

La gente en la grada levantaba la mano, con tres dedos en alto. El apellido Earnhardt volvía al Victory Lane de las 500 de Daytona diez años después. Una victoria que no levantó críticas, si no felicitaciones y alabanzas al piloto más popular en la NASCAR. En los hogares americanos gritos de alegría pese a que eran pasadas las once de la noche hora de la costa este. Dale Earnhardt brilló bajo los focos, como un Moonshiner. Y ahora, brilla en el Chase, dejando de ser mortal para ser un héroe.

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