Cuando pensabas que el 2025 no podía deparar más sorpresas, Donald Trump y Elon Musk han protagonizado el enfrentamiento del año. Y Tesla ha pagado el precio: 152.000 millones de dólares evaporados en una sola jornada. Sí, has leído bien.
Lo que empezó como una alianza política de conveniencia se ha convertido en una guerra pública que está costando muy cara al fabricante de coches eléctricos. Quién lo iba a decir (spoiler: todo el mundo). El jueves, las acciones de Tesla se desplomaron un 14,3%, su peor día en casi cinco años, después de que Trump amenazara con cancelar todos los contratos gubernamentales de las empresas de Musk.
De "First Buddy" a enemigo público número uno
La ironía es deliciosa. Hace apenas unos meses, Musk se autoproclamaba el "First Buddy" de Trump, presumiendo de su acceso privilegiado al poder. Había donado más de 275 millones de dólares a la campaña de reelección del presidente y lideraba el famoso "Departamento de Eficiencia Gubernamental" (DOGE, por sus siglas en inglés).
Tesla incluso se benefició de esta luna de miel política: las acciones subieron un espectacular 169% desde que Musk respaldó a Trump en julio de 2024 hasta finales de ese año. Los inversores apostaban por políticas favorables y regulaciones laxas para los coches autónomos.

Pero como suele pasar con las alianzas basadas en el oportunismo, la cosa se torció. Musk empezó a perder influencia en el círculo íntimo de Trump y, según reportes, se molestó cuando el presidente retiró la nominación de la persona que él quería al frente de la NASA.
La chispa que incendió todo
El detonante final fue la nueva ley de presupuesto de Trump, que elimina el crédito fiscal de 7.500 dólares para la compra de vehículos eléctricos. Musk la calificó como "una abominación repugnante" y arremetió contra la medida en redes sociales.
Trump, conocido por su poca paciencia ante las críticas, "perdió los estribos" con su antiguo aliado. En Truth Social escribió: "La forma más fácil de ahorrar miles de millones es cancelar los subsidios y contratos gubernamentales de Elon".
La respuesta de Musk no se hizo esperar: "¡Falso! Jamás se me mostró este proyecto de ley", escribió en X. Y luego soltó la bomba: "Sin mí, Trump habría perdido las elecciones... Qué ingratitud".
Los números no mienten: Tesla está en crisis
Más allá del espectáculo mediático, los datos de Tesla son preocupantes. La compañía reportó su primer descenso de ventas globales en años: las entregas cayeron un 13% en el primer trimestre de 2025 comparado con el año anterior.
En Europa, la situación es aún más dramática:
- 45% de caída en las matriculaciones en enero de 2025 vs enero de 2024
- 49% menos ventas en abril en 32 países europeos
- En Suecia: 80,7% de descenso interanual
- En Dinamarca: 67,2% menos
- En Francia: 59,4% de caída
Para poner esto en perspectiva: mientras Tesla se desplomaba, las ventas de vehículos eléctricos del resto de fabricantes crecieron un 28% en Europa. Incluso el fabricante chino SAIC vendió más del doble de coches que Tesla en algunos mercados.
El factor China también duele
En China, otro mercado crucial, Tesla también está perdiendo terreno. Las ventas han caído aproximadamente un 25% interanual en las primeras ocho semanas del segundo trimestre, mientras que marcas locales como BYD ganan cuota de mercado con vehículos más baratos y competitivos.
Los riesgos del enfrentamiento con Trump
El analista Dan Ives de Wedbush lo resumió perfectamente: la relación Trump-Musk ha pasado "de una cena romántica a la luz de las velas a una pelea a navajazos".

Las amenazas de Trump no son broma. SpaceX ha recibido casi 20.000 millones de dólares en contratos federales desde 2008. Si Trump lleva a cabo su amenaza, Musk podría perder:
- Contratos de NASA para misiones espaciales
- Acuerdos con el Pentágono
- Subsidios para compradores de Tesla
- Apoyo regulatorio para robotaxis autónomos
Pero Musk también jugó fuerte: amenazó con "desmantelar" las naves Dragon de SpaceX, las únicas naves estadounidenses capaces de llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional. Aunque después matizó que no lo haría realmente, el mensaje estaba claro.
"Alienando a todo el mundo"
El accionista de Tesla Dennis Dick capturó el problema perfectamente: "Elon ha logrado lo peor de ambos mundos: alejar a clientes liberales al asociarse con Trump y ahora enemistarse con los conservadores en el poder".
Tesla nació como el símbolo de la movilidad sostenible y la innovación tecnológica, atrayendo principalmente a consumidores de perfil progresista y ecologista. La incursión política de Musk ha complicado esa narrativa:
- Los compradores progresistas se alejaron cuando Musk se alineó con Trump
- Los votantes conservadores siguen viendo con recelo los vehículos eléctricos
- Ahora, el enfrentamiento con Trump podría alejar también a esa base
En Alemania, por ejemplo, estudios muestran que la consideración de marca de Tesla se redujo a la mitad (del 31% al 16%) tras la intensificación del activismo político de Musk.
Las protestas se extienden
El movimiento "Tesla Takedown" ha organizado protestas en concesionarios de Estados Unidos y Europa. Los manifestantes objetan tanto el papel de Musk en el DOGE (que ha resultado en el despido de miles de empleados federales) como su apoyo a partidos de extrema derecha en Europa.
Algunos actos han ido más allá: actos vandálicos contra vehículos Tesla, graffitis en concesionarios y incluso un incendio en un concesionario de Roma que destruyó 17 coches (que Musk calificó como "terrorismo").
¿Puede Tesla recuperarse?
Tesla sigue siendo, con diferencia, el fabricante de automóviles más valioso del mundo (casi 4 veces el valor de Toyota), y Musk tiene cartas por jugar. La compañía apuesta fuerte por la conducción autónoma y los robotaxis, que podrían generar valor billonario si funcionan.
De hecho, Tesla planea lanzar su servicio de robotaxis este mes en Austin, Texas, aunque la competencia de Waymo (que ya opera comercialmente allí) será feroz.
Sin embargo, para materializar ese futuro, Musk necesita:
- Aprobaciones regulatorias para robotaxis sin volante
- Confianza de inversores que ha erosionado
- Reconciliación con clientes desencantados
¿Un nuevo partido político?
Quizás consciente del lío en el que se ha metido, Musk preguntó en redes si "ha llegado la hora de un nuevo partido político que represente al 80% de la gente, la que está en el medio". Un intento, tal vez, de distanciarse tanto de la derecha trumpista como de la izquierda tradicional.
El veredicto del mercado
Wall Street ha sido implacable. Con la caída del jueves, Tesla ha perdido más de un tercio de su valor desde su pico de diciembre. Es la peor de las acciones del "Magnificent Seven" en 2025, cayendo un 22% desde enero.
Los analistas de J.P. Morgan calculan que si se eliminan definitivamente las ayudas fiscales a vehículos eléctricos, Tesla podría perder:
- 1.200 millones de dólares anuales en beneficio operativo
- 2.000 millones adicionales en ingresos por venta de créditos de emisiones
Como dijo el analista Seth Goldstein: "Con el presidente Trump, estar en su lista negra siempre conlleva el riesgo de represalias personales".
El precio de jugar con fuego
El caso Tesla-Musk-Trump es un recordatorio de cómo las decisiones políticas personales de un CEO pueden impactar directamente en una marca global. Musk, acostumbrado a desafiar convenciones, está jugando una partida arriesgada en un entorno político cada vez más polarizado.
El episodio subraya una lección fundamental: cuando eres el rostro público de una empresa, tus batallas personales se convierten en batallas corporativas. Y a veces, esas batallas pueden costar 152.000 millones de dólares en un solo día.
Tesla, pionera de la revolución eléctrica, se encuentra ahora en la encrucijada de un choque de titanes político. Su futuro inmediato depende, en parte, del impredecible desenlace de esta enemistad entre dos de los hombres más poderosos (y temperamentales) del mundo.
Una cosa está clara: en esta partida de ajedrez político-empresarial, no hay ganadores evidentes. Solo un montón de inversores de Tesla viendo cómo sus acciones se desploman mientras Trump y Musk dirimen sus diferencias en público. Y eso, definitivamente, no es bueno para nadie.