Si pensabas que los atascos de agosto en Mallorca ya no podían empeorar, te tenemos malas noticias: en 2023 entraron 324.623 vehículos con conductor, un 108% más que en 2017. Para que te hagas una idea, es como si toda la población de Palma decidiera traerse el coche de vacaciones. Por eso, el Consell de Mallorca ha dicho 'basta' y prepara una ley que va a revolucionar (o complicar, según se mire) el panorama automovilístico de la isla.
¿Qué propone exactamente esta ley?
El borrador de la Ley de Movilidad Sostenible no se anda con medias tintas. La medida estrella es que los extranjeros no residentes con vivienda en Mallorca solo podrán tener un coche por casa, y eso sí, siempre que paguen religiosamente el impuesto de circulación en la isla. Nada de tener el BMW en el garaje y el descapotable en la entrada.
Pero la cosa no acaba ahí. El Consell establecerá cada año (o cada dos) un techo máximo de vehículos que pueden pisar suelo mallorquín. Los cálculos oficiales son escalofriantes: en la semana punta de agosto de 2023 circularon 956.660 coches, cuando el límite ideal debería rondar los 834.000. Es decir, sobran entre 93.000 y 122.000 vehículos en los momentos de mayor colapso.
Las medidas en detalle
La nueva normativa incluye un cóctel de restricciones que prometen dar que hablar:
- Tasa disuasoria para vehículos "turistas" que no tributen en Baleares (solo en temporada alta, para no ser demasiado crueles)
- Límite a la flota de coches de alquiler (porque 75.000 rent-a-cars circulando a la vez es, evidentemente, demasiado)
- Preferencia para coches eléctricos y no contaminantes (al menos que la congestión sea ecológica)
- Exenciones obligadas para residentes, personas con movilidad reducida, servicios de emergencia y transporte de mercancías
La batalla política: cuando los socios no se ponen de acuerdo
En política, como en los matrimonios, a veces los socios tienen diferencias irreconciliables. El PP, con Llorenç Galmés al frente, defiende esta "regulación histórica" como si fuera la panacea para todos los males de la isla. "Debemos dejar de crecer en volumen y apostar por la calidad", proclama el presidente del Consell, convirtiendo la saturación en una virtud de la sostenibilidad.

Pero Vox, su socio de gobierno, ha puesto el grito en el cielo. Su portavoz Toni Gili ha dicho que "de ninguna manera" apoyarán estas limitaciones, prefiriendo fórmulas más "equilibradas" que no penalicen a nadie. Traducción: seguir como hasta ahora pero con mejor marketing.
La oposición, por su parte, navega entre el pragmatismo y la crítica. PSIB-PSOE y Més per Mallorca han señalado al Consell por priorizar "fotos y actos populistas", aunque reconocen que algo hay que hacer con este desmadre circulatorio.
¿Qué dice la gente de a pie?
Las asociaciones vecinales y ecologistas han recibido la propuesta como agua de mayo, después de años pidiendo medidas contra la masificación. Los transportistas y gran parte del sector del alquiler de coches también han dado su visto bueno, lo que es sorprendente teniendo en cuenta que son los que más van a sufrir las restricciones.
En el mundo del turismo, las cosas se complican. Mientras la Fundación Mallorca Turismo se rebautiza como "Turismo Responsable" (porque cambiar el nombre siempre arregla todo), operadores turísticos y navieras advierten de que los turistas podrían huir hacia otras islas menos restrictivas. Menorca debe estar frotándose las manos.
Mallorca no está sola: el efecto dominó balear
La isla no es pionera en esto de poner límites a los coches. Formentera ya estableció en 2019 un cupo anual de unos 11.620 vehículos foráneos, reduciéndolo un 4% cada año. Ibiza se apuntó al carro en 2025 con un tope veraniego de 20.618 coches extranjeros, y los primeros datos ya muestran una ligera reducción de conductores llegados en ferry.
A nivel internacional, ciudades como Londres, París y Ámsterdam llevan años aplicando restricciones similares. La diferencia es que ellos lo llaman "gestión de la movilidad urbana" y aquí suena más a "supervivencia insular".
Los números que duelen (y mucho)
Para entender la magnitud del problema, hay que mirar las cifras con frialdad:
Año | Vehículos entrada | Incremento vs 2017 |
---|---|---|
2017 | 155.000 aprox | - |
2023 | 324.623 | +108% |
Mallorca tiene 900 coches por cada 1.000 habitantes, la tasa más alta de España. En agosto, cuando la población se duplica, el caos está servido. Los residentes ya han desarrollado técnicas de supervivencia como salir de casa solo los días pares o directamente quedarse en el sofá hasta septiembre.
El futuro: entre la esperanza y el escepticismo
Los expertos en movilidad ven la medida con buenos ojos, citando el efecto "inducción de demanda": más coches atraen más atascos, una espiral que solo se rompe limitando y desincentivando el vehículo privado. El plan incluye mejoras en el transporte público, 60 kilómetros adicionales de carriles bici y aparcamientos disuasorios.
Sin embargo, queda por ver si será suficiente. La tasa de 1 euro diaria que cobra Ibiza ha resultado poco disuasoria, y controlar qué vehículos pueden acceder va a requerir una infraestructura digital que ahora mismo no existe.
Los riesgos del experimento
Como todo experimento, este tiene sus peligros:
- Efecto globo: los turistas podrían desviarse a Menorca, creando problemas en otras islas
- Complejidad administrativa: gestionar excepciones, tasas y controles requiere una maquinaria burocrática considerable
- Impacto económico: si las restricciones son demasiado rígidas, el turismo podría resentirse
¿Funcionará realmente?
La pregunta del millón (o de los 122.000 coches que sobran) es si estas medidas conseguirán su objetivo. Los precedentes en Formentera e Ibiza son prometedores, pero Mallorca enfrenta un reto de otra magnitud por su tamaño, densidad de población y volumen turístico.
La clave estará en la aplicación. No vale de nada tener una ley preciosa si luego no hay recursos para hacerla cumplir. Y, sobre todo, en conseguir que las alternativas de transporte funcionen de verdad. Porque limitar coches sin ofrecer opciones viables es como quitar la escalera y pedir que la gente vuele.
El objetivo es aplicar estas medidas para el verano de 2026, lo que da un año para preparar toda la infraestructura necesaria. Tiempo suficiente para hacerlo bien... o para que surjan mil problemas imprevistos. En Mallorca, como en todas partes, el diablo estará en los detalles.
Mientras tanto, los residentes seguirán soñando con carreteras despejadas y los turistas calculando si vale la pena traerse el coche para dos semanas de playa. Porque al final, como dice el refranero popular (adaptado a la época): "El que a Mallorca va sin coche, a casa vuelve... en transporte público".