La demanda alega diferentes defectos en el diseño y construcción del vehículo que, según la demandante, primero: provocaron el accidente y segundo: el Carrera GT no soportó el impacto como era debido.
Meadow Walker alega que la inestabilidad de este modelo era conocida y la marca no tomó cartas en el asunto. También menciona que los cinturones de seguridad no retuvieron debidamente a los ocupantes que, en el caso de Walker, le produjeron roturas de costillas y pelvis, lo que provocó que tampoco pudiera salir del vehículo antes de que éste se incendiase. Añade que los refuerzos laterales tampoco eran los adecuados ya que primaron cuestiones de estética en su diseño por encima de la protección que debían ofrecer.
En su acusación indica que el coche circulaba entre 100 y 114 km/h y que perdió el control. Los informes policiales del momento indican que la velocidad era de 160 km/h y que la causa del accidente fue la velocidad excesiva para la vía por la que circulaba y no problemas mecánicos del Carrera GT. Recordemos que el coche, conducido por Roger Rodas, impactó contra un árbol y un poste del tendido eléctrico, para, posteriormente, incendiarse.
Delicado
Por otro lado, es cierto que Porsche avisó por carta, en su momento, que el Carrera GT no debía ser utilizado por personas con poca experiencia con deportivos ni utilizarlo por superficies no lisas y no adecuadas. Incluso Walter Röhrl, campeón mundial de rally y piloto de pruebas de Porsche, calificó al Carrera GT como indomable para un conductor común.
Recordemos que el Porsche Carrera GT 2005 de Paul Walker albergaba un potente motor V10 de 5,7 litros con más de 600cv de potencia y que sobrepasaba los 330 km/h.