La industria automotriz japonesa vive tiempos convulsos. Lo que parecía un matrimonio perfecto entre Nissan y Honda, anunciado a bombo y platillo en diciembre de 2024, terminó en divorcio apenas dos meses después, dejando a Nissan en una posición vulnerable. Ahora, según revela el periódico japonés Mainichi Shimbun, Toyota habría tendido la mano a su rival en apuros.
El matrimonio que nunca llegó a consumarse
Cuando Nissan y Honda anunciaron su memorando de entendimiento en diciembre pasado, el sector automovilístico se estremeció. La fusión proyectada (que debía concluirse en junio de 2025 y salir a bolsa en agosto de 2026) habría creado el tercer mayor fabricante de automóviles del mundo, solo por detrás de Toyota y Volkswagen.
Sin embargo, la luna de miel duró poco. En febrero de 2025, las negociaciones se vinieron abajo estrepitosamente. Entre los motivos del fracaso destaca un punto particularmente espinoso: Honda propuso que Nissan se convirtiera en su subsidiaria, una píldora demasiado amarga para la compañía del escudo rojo.
"Honda estaba dispuesta a volver a sentarse a hablar con Nissan", según informó el Financial Times, "pero con una condición que puso en aprietos a la firma de Yokohama: la renuncia de Makoto Uchida, CEO de Nissan". Esta exigencia, sumada a otras diferencias irreconciliables como la posible eliminación del sistema e-Power de Nissan, terminó por dinamitar cualquier posibilidad de acuerdo.
Toyota al rescate: una mano tendida o un abrazo del oso
En este turbulento escenario irrumpe ahora Toyota, el coloso indiscutible de la industria japonesa. Según fuentes del periódico Mainichi Shimbun, la compañía habría contactado a Nissan tras el colapso de las negociaciones con Honda para ofrecerle su apoyo. Aunque ninguna de las partes ha confirmado oficialmente estas conversaciones, la noticia ha disparado las especulaciones.

No es la primera vez que Toyota ejecuta esta estrategia. La compañía ya posee participaciones estratégicas en varios fabricantes nipones: un 20% de Subaru, un 5,1% de Mazda, un 4,9% de Suzuki y un 5,9% de Isuzu. Esta red de alianzas le ha permitido expandir su influencia sin necesidad de fusiones completas, manteniendo la independencia operativa de sus socios mientras todos se benefician de sinergias tecnológicas y económicas.
En enero de 2025, cuando Nissan y Honda aún negociaban, Akio Toyoda, presidente de Toyota, ya había especulado que Nissan no había solicitado su ayuda porque una fusión completa "violaría las leyes antimonopolio". No obstante, esto no descarta otro tipo de colaboración, como compartir plataformas y motores, o que Toyota adquiera una participación minoritaria en Nissan.
Nissan en la encrucijada: ¿socio o subsidiaria?
Para Nissan, el fracaso de las negociaciones con Honda ha supuesto un duro golpe. La compañía se encuentra en plena reestructuración interna, con planes para eliminar 20.000 puestos de trabajo y cerrar siete fábricas. Además, proyecta reducir la complejidad de sus piezas en un 70% y discontinuar seis plataformas de vehículos, mientras mantiene su apuesta por Infiniti, su marca de lujo.
Las consecuencias ya se han dejado sentir en los mercados. Tras conocerse la ruptura con Honda, las acciones de Nissan se desplomaron más de un 4% en la Bolsa de Tokio, obligando a suspender temporalmente su cotización. En contraste, los títulos de Honda subieron un 8%, reflejando el alivio de los inversores.

Iván Espinosa, recientemente nombrado CEO de Nissan tras la presión para que Uchida dimitiera, ha declarado que la prioridad es "estabilizar la empresa internamente", aunque no descarta futuras colaboraciones estratégicas. La gran pregunta es si Toyota representa una tabla de salvación o un abrazo del oso para la maltrecha Nissan.
¿Una nueva era de colaboración en la industria japonesa?
La posible alianza entre Toyota y Nissan podría reconfigurar el tablero automovilístico japonés. Mientras Toyota consolida su red de colaboraciones, Nissan busca estabilidad tras el fiasco con Honda. No obstante, no todos ven con buenos ojos esta posible unión.
"Una alianza Toyota-Nissan podría ser un desastre esperando a suceder", titulaba recientemente un medio especializado, poniendo en duda los beneficios reales de tal colaboración. Los críticos señalan los resultados mixtos de anteriores asociaciones de Toyota, como cuando Mazda adoptó el sistema híbrido del RAV4 para su CX-50, lo que según algunos "le robó encanto al modelo".
Por otro lado, analistas del sector sugieren que una alianza estratégica, sin llegar a una fusión completa, podría ser el camino más viable. Esto permitiría a ambas compañías colaborar en áreas específicas —como la electrificación y la conducción autónoma— sin comprometer su independencia operativa.
Sea cual sea el desenlace, la industria automotriz japonesa vive un momento decisivo. En un mercado global cada vez más competitivo, dominado por gigantes como China y por la disruptiva Tesla, la colaboración podría ser la única vía para que los fabricantes nipones mantengan su relevancia. La pregunta no es si habrá más alianzas, sino cuándo y entre quiénes.