El despertar de Ford: cuando China te enseña tus propias carencias
Hay momentos en la vida corporativa que marcan un antes y un después. Para Jim Farley, CEO de Ford, ese momento llegó durante una de sus visitas a China. Allí, viendo de primera mano cómo los fabricantes chinos han logrado coches eléctricos avanzados y baratos, tuvo lo que él mismo describe como "la experiencia más humillante" de su carrera. No es para menos: mientras Ford luchaba por hacer rentables sus eléctricos de gama alta, los chinos habían encontrado la fórmula mágica para democratizar la movilidad eléctrica.
La respuesta de Ford no se hizo esperar, aunque sí que se hizo en secreto. En un laboratorio de Silicon Valley, alejado de las miradas indiscretas (tanto que ni la tarjeta de acceso del propio Farley funcionaba allí), un equipo de ingenieros procedentes de Tesla, Apple y otras startups trabajaba en lo que podría ser la salvación de la marca americana. El resultado: una nueva plataforma que promete cambiar las reglas del juego.
La apuesta de 5.000 millones: todo o nada en Kentucky
Ford ha puesto sobre la mesa una inversión de 5.000 millones de dólares para materializar su visión. La mayor parte de ese dinero irá a parar a la planta de Louisville, en Kentucky, que experimentará una transformación radical. Adiós a los SUV de combustión (el Escape y el Lincoln Corsair) y hola a la producción de la nueva generación eléctrica.

El primer fruto de esta revolución será una pick-up eléctrica de tamaño medio que llegará en 2027 con un precio base de 30.000 dólares. Para poner esto en perspectiva: hablamos de un coche eléctrico que costará unos 10.000 dólares menos que el precio medio de un vehículo nuevo en Estados Unidos. Y no será cualquier pick-up: Ford promete que será "tan rápida como un Mustang EcoBoost" y tendrá "más espacio para pasajeros que el último Toyota RAV4".
Reinventando la línea de montaje de Henry Ford
Para conseguir esos precios tan agresivos, Ford ha tenido que reinventar la propia esencia de cómo se fabrica un coche. Han abandonado la clásica línea de montaje lineal que Henry Ford popularizó hace más de un siglo para adoptar un sistema de "árbol de ensamblaje" con tres líneas paralelas que trabajan simultáneamente en diferentes partes del vehículo.
Los números hablan por sí solos:
- 20% menos piezas por vehículo
- 30% menos elementos de fijación (tornillos, remaches...)
- 40% menos tiempo de montaje total
- 600 operarios menos necesarios para la producción
La clave está en las baterías LFP (litio-ferrofosfato), una tecnología muy popular en China que Ford licenciará para fabricar en Estados Unidos. Estas baterías no solo son un 30% más baratas, sino que funcionan como el suelo estructural del vehículo, eliminando la necesidad de un chasis tradicional.
"China se está comiendo nuestro almuerzo"
La urgencia de Ford no es casualidad. BYD y otras marcas chinas han logrado algo que parecía imposible: vender coches eléctricos tecnológicamente avanzados por entre 10.000 y 25.000 dólares, mientras que en Estados Unidos el precio medio de un eléctrico ronda los 47.000 dólares. Esta diferencia abismal ha hecho que Farley reconozca públicamente que China "está comiéndose el almuerzo" de las marcas occidentales.
El CEO de Ford llegó incluso a importar un Xiaomi SU7 desde Shanghai a Chicago y lo ha estado conduciendo durante meses. Su veredicto: "fantástico" y "no quiero devolverlo". Una confesión que dice mucho sobre el nivel de la competencia a la que se enfrentan.
Las cifras globales son aplastantes: China produce el 70% de todos los coches eléctricos del mundo, mientras que Europa fabrica el 14% y Estados Unidos menos del 10%. BYD ya superó a Tesla en ventas globales de eléctricos y está expandiéndose agresivamente por Europa, donde ya vende más eléctricos que Ford en algunos mercados.
La paradoja Trump: acelerar en contra del viento
Ironías de la vida: Ford acelera su apuesta eléctrica justo cuando Donald Trump ha vuelto al poder con su particular cruzada contra los vehículos eléctricos. El presidente ha cancelado subsidios, ordenado desconectar estaciones de carga y eliminado objetivos como el de que el 50% de las ventas en 2030 sean eléctricas.

Pero Farley lo tiene claro: "Si perdemos esto, Ford no tendrá futuro". La batalla se libra en el mercado global, no solo en el estadounidense. Europa ya ha legislado el fin de las ventas de coches de combustión en 2035, y países como Noruega se adelantarán aún más. Renunciar ahora sería ceder el futuro a los rivales chinos, europeos o startups estadounidenses.
Más que una pick-up: toda una familia eléctrica
La "Plataforma Universal Eléctrica" de Ford dará vida a toda una familia de vehículos asequibles. Después de la pick-up de 2027, la marca prevé lanzar un todocamino crossover y posiblemente una furgoneta de transporte, todos por debajo de 40.000 dólares.
El objetivo es claro: lograr coches eléctricos de "atractivo masivo" que puedan competir en precio tanto con los de combustión como con los modelos chinos más económicos. Ford busca repetir aquel "momento Model T" que democratizó el automóvil hace más de un siglo, pero esta vez en clave eléctrica.
El riesgo calculado de apostar por el futuro
Ford no oculta que esto es "una apuesta" con riesgos evidentes. Su división eléctrica acumuló casi 9.000 millones de dólares en pérdidas en los últimos dos años, y la demanda de vehículos eléctricos en Estados Unidos ha sido volátil. Pero como reconoce Farley, no actuar también sería un riesgo, quizás mayor, de quedarse atrás.
La compañía promete mantener 2.200 empleos en Louisville y crear hasta 4.000 puestos de trabajo entre Kentucky y Michigan. Un equilibrio delicado entre innovación tecnológica y responsabilidad social que será clave para el éxito del proyecto.
En términos de sostenibilidad, la jugada tiene sentido: cada coche eléctrico asequible que sustituya a uno de gasolina supondrá menos emisiones locales y menos contaminación acústica en las ciudades. El uso de baterías LFP, que prescinden de materiales críticos como el cobalto, también mejora la sostenibilidad de la cadena de suministro.
El veredicto final: ¿David contra Goliat?
Ford está jugando una carta muy importante con esta transformación radical de cómo diseña y construye coches. Si logra vender en 2027 una pick-up eléctrica por 30.000 dólares con buenas prestaciones, marcará un hito en la industria. Y si esa plataforma se extiende a toda una gama de coches asequibles, la movilidad eléctrica podría entrar definitivamente en la corriente principal.
La convicción de Farley es clara: "Creemos que la única manera de competir eficazmente con los chinos en los eléctricos es rediseñar y transformar radicalmente nuestra ingeniería y proceso de fabricación". El tiempo dirá si esta apuesta valiente da fruto; de ello podría depender en buena medida el papel de Ford –y de la industria automotriz estadounidense– en la nueva era de la electrificación.
Al final, se trata de adaptar el viejo sueño americano del "automóvil para las masas" al siglo XXI. Solo que esta vez, las masas también incluyen a los chinos. Y ellos ya tienen ventaja.