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PULSO ANTOLÓGICO

Bathurst 1000: Winterbottom y Richards, héroes de hielo

El aficionado siempre sueña con estar en la Montaña, que pasen cosas. Gritar, aplaudir y venerar a los ganadores. Héroes en cuatro ruedas.

Bathurst 1000: Winterbottom y Richards, héroes de hielo

Bathurst 1000: Winterbottom y Richards, héroes de hielo

Suena el despertador. El sueño me desaparece al instante. Preparo la ropa que, mientras hago cola en las duchas, cuelga de mis manos. Un chorro de agua, un poco de jabón y al meollo. Desde McPhillamy, a esa hora de la mañana, no sé lo que me espera. Aun está todo oscuro, aunque despunta el sol. Nace el gran día en Bathurst.

El silencio antes de la tempestad. Caras de sueño pero de felicidad. Miro a mi alrededor y los nervios se notan, al igual que los sentimientos que quieren plasmar cada uno de tus iguales. Banderas azules, banderas rojas. Un león baña gran parte de la parte alta de la montaña, pero se divisa un pequeño mar azul en la llegada a Skyline. Si por mi fuera, sería un mestizo, por aquello de llevar una bandera azul y una roja al mismo tiempo. La legendaria batalla de la que tanto he hablado, se ha hablado, ante mis ojos.

Muchas historias, tantas que no sé por donde empezar. Un día especial. La llegada en helicóptero del Peter Brock Trophy marcaba el comienzo de los preparativos finales. La dupla Whincup-Dumbrell arrancaba en pole, seguidos de cerca por el #5 de Ford Performance Racing. La eterna lucha en la Montaña se repetía un año más. En la grada, el olor a salchicha por la mañana es la gasolina que se necesita para la primera parte de carrera.

A Frosty le resbala el pie

Si se puede describir como son las competiciones en la Montaña, sólo hay un término: naturales. Nada de artificios para mejorar la competición, nada de curvas contra peraltadas puestas por obligación. Nada de llanuras en las que de la noche a la mañana aparecen cuatro muros de cemento y edificaciones ultra-modernas. Lo curioso es que, pese al intento de crear lugares específicamente para correr, nadie presta atención a esos circuitos diseñados en masa, como maquinillas de afeitar desechables.

Todo contrario pasa en los circuitos tradicionales. El mundo del motor es de tradición, una tradición heredada de padres a hijos. Sean aficionados o profesionales, esa unión a los octanos de la gasolina, al olor de goma quemada y al zumbido de los motores es lo que mantiene vivas las leyendas. En lo alto de Bathurst, las personas calibraban definitivamente sus aparatos de televisión en las caravanas y tiendas de campaña. El día era soleado, aunque un molesto viento pondría las cosas difíciles a los pilotos.

Empezaba la vuelta de formación. La gente en pie y rindiendo el primero de los homenajes cuando los veintinueve contendientes pasaban por la zona alta del circuito. En sus sillas playeras, los aficionados que me rodeaban estaban como en casa. En este caso, se cambió el techo por un sencillo sombrero y se sumergían en la realidad del motorsport. Esto iba en serio.

Bathurst 1000: Winterbottom y Richards, héroes de hielo

Se encendió el semáforo, como los corazones. Al apagarse, abrieron compuertas para que, a lo largo de las siguientes 161 vueltas se liberara la adrenalina. Dentro y fuera de los cascos. Holden golpeaba primero. Dumbrell lideraba, con Bright y Van Gisbergen algo rezagados. La pantalla de televisión mostraba como el #5 salía bien por a penas veinte metros. Después, el Ford no quería enganchar la segunda marcha. Cayó muy atrás, rozando la segunda mitad del pelotón. Y las banderas se movieron, se agitaron. Y no por el viento. ¡El rugir de la gente era superior al de los motores! ¡Quien me mandaría meterme en esa jauría! Imitando a los espectadores, los CoTF enfilaron Conrod Straight. Pletórico, Scott McLaughlin recuperaba cuatro posiciones desde la salida. El joven quería plantar cara, aunque el día no le deparó lo que deseaba.

Víctimas de la Montaña

El grupo perseguidor se vió rápidamente enzarzado en estado de somnolencia, pero es lo normal. Quedaba mucha carrera por delante, y a veces dar un paso en falso supone lanzar por la borda todo trabajado durante el fin de semana. Las cervezas estaban a la orden del día arriba en McPhillamy, y se disfrutó del adelantamiento de Van Gisbergen a Jason Bright, que perdía comba con un imparable Paul Dumbrell. Durante las primeras veinte vueltas, Holden y Ford ya se encargaron de preparar lo que vendría a final de carrera... ¡Safety Car en pista!

Uno de los Nissan, el #7, pasaba por delante de nosotros. Tenía toda la parte delantera derecha tocada. El neumático, también pinchado. Vaya, parecía que había golpeado el muro. El speaker nos sacaba de dudas. ¡Había golpeado a un canguro! Eso sí, en las pantallas nada del atropello, sólo un especimen saltando en The Cutting.

Sonrío para mi mismo. El viento se llevaba el rugir de los motores con celeridad, pero eso daba igual. Una vez más quedaba demostrado que Bathurst es diferente. ¿Un canguro en pista? Pues sí. Otra anécdota para contar a mis nietos. "En Bathurst, corrían entre árboles y muros de cemento. Escalaban montañas y las volvían a bajar. A veces les acompañaban canguros." A mi me parece que es algo que contar, es algo que llega al fondo de las personas por su curiosidad. La parte mala, la retirada del Nissan. Todd Kelly y David Russell se bajaban del coche definitivamente. 1-0 a favor de la Montaña

Tras el Safety Car, que había regalado paradas a bastantes participantes, se relanzaba la carrera de nuevo. Y en este caso, Jamie Whincup es el que iba en cabeza. Había entrado por Dumbrell, y tenía todo de cara para distanciarse, ya que los pilotos reserva habían tomado gran parte de los coches competidores. Desde la vuelta veintitrés hasta la ochenta y siete, las cosas se estabilizaron. Era raro que no saliese ningún coche de seguridad, teniendo en cuenta como es Bathurst. Ningun fallo mecánico ni ningún elemento de los coches saltar. Eso si, el viento no paraba de soplar, y los espectadores encendían las barbacoas para la comida.

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Y entonces pasó. El comisario de delante mio sacaba la bandera amarilla, y miré a una de las pantallas que tenían unos aficionados cercanos. Greg Murphy se había detenido en Reid Park, con lo que parecía un problema... ¡No! ¡Se había ido de lado al muro! El salto que dio el Holden fue espectacular, y la gente se preocupó por Murphy. Fue un golpe duro. A posteriori, Murphy admitió que había sido su accidente más duro en Bathurst. "No, no me hecho daño, pero mi ego si que está afectado. Ha sido un error de novato." El problema vino por rozar la zona sucia ligeramente, perdiendo el coche a más de 150 km/h y poco margen para frenar. Safety Car en pista y provocó un baile de pit-stops.

Por ejemplo, en Triple Eight decidieron apostar por adelantar una de las paradas, dejando a Paul Dumbrell en medio del grupo perseguidor formado por Bright, Lowndes, Coulthard y demás. Lo malo es que ese no fue el único problema. El co-piloto de Jamie Whincup se salió en varias ocasiones en The Chase, provocando una pérdida de unos quince segundos en el global por aquel entonces, justo al abandonar el Chrysler de la organización la pista.

El silbido del viento

El sol empezaba a esconderse... ¿tan pronto? Las nubes se agolpaban en el horizonte, negras. Vaya, con el sol que hacía dos minutos. El silbido del viento había molestado durante la mayor parte de la prueba, y los tiempos lo demostraron: una media de 2:11.8 durante las primeras 130 vueltas. Después, la locura de las paradas.

Con una parada obligatoria restante, Ekström estaba en cabeza. ¡El coche invitado estaba dando un recital en pista! Durante la mayor parte de la prueba, el acoso del Holden verde de Triple Eight a los contendientes fue escalofriante. Adelantamientos imposibles, velocidad... Los aficionados se quedaron con la boca abierta por cómo el sueco se adaptó al Holden y a los engaños de Bathurst. Ya hubo alguno que pedía que estuvieran en 2014.

El resto del grupo cocía a fuego lento lo que sería un brebaje que impediría que nos sentáramos. Las sillas playeras habían quedado en un segundo plano, y Whincup acosaba a Winterbottom. Pero no eran los únicos batalladores. Las nubes se juntaban cada vez mas y la carrera de la lluvia para llegar a Bathurst era algo que preocupaba a los equipos, que preparaban los neumáticos de agua.

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El órden, tras todas las paradas obligatorias completadas era esperanzador para Ford. Winterbottom estaba lider, con Whincup enganchado a la parte trasera del Falcon. Priaulx hubiera estado entre ellos, pero se cargó un neumático en una pasada de frenada. Eso, más allá de la falta de carburante solventado con la octava parada, les llevó a fuera del top-10, aunque al final se lo llevaran por otras estrategias al límite de contendientes.

Winterbottom, contra Whincup contra Bright en un sprint de 120 kilómetros. Vuelta 141 y quedaba mucho por decidir. Frosty estaba haciendo tapón a Whincup y cuando Lowndes y Tander marcaban tiempos estratosféricos, el de Ford apretó un poco. JW le siguió, pero Bright no. El de Brad Jones sufría mucho y decidió centrar sus esfuerzos en sus espejos más que en lo que tenía delante. Lowndes, muy pillo por su parte, dejó pasar a Garth Tander en Griffin's Bend. Y se apretó todo.

Bright estaba a la defensiva y Tander buscó el hueco. Al final de la vuelta 152, el de HRT pasaba silbando justo a la estela del Holden de Bright. La gente se volvía loca. En Conrod, lo intentó. Tiró salvajemente el coche al hueco. Bright, señor ante todo, le dejó suficiente espacio para que se emparejara. Tander tenía el interior para Murray's Corner, era su...¡Bright le aguantó por el exterior y mantenía la tercera posición! ¡Lowndes se aprovecha y pasa a Tander en la primera curva!¡Pero Tander le hace un fuera-dentro y se emparejan para la Recta de la Montaña! ¡Se rozan a 260 km/h! ¡Tander mantiene el exterior y encuentra grip! Los aplausos resonaron en la Montaña. El nivel de competición era intensísimo, y eso que era por el podio. El primero de los asaltos se saldó a favor de Bright, pero nada estaba dicho aún.

Cuatro vueltas después, Tander se volvía a pegar en la parte alta de la Montaña. Cómo se notaba la diferencia de frescura en las gomas. Pasaron casi como siameses, uno detrás del otro. Y el cielo respetaba... ¡Se tira Tander en The Chase! ¡Se tocan! ¡Tander pisa la hierba, como Bright! ¡Lowndes aprovecha y se pone tercero! ¡Madre mía que sangre fría la de Lowndes! Le situaba en el podio, en su carrera 500 y, de acabar así, igualaría al gran Peter Brock - entre otros - en número de podios en Bathurst. La mitad de los presentes no tenían dedos por que las uñas ya se las habían acabado.

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Frosty no se derrite

Lo mejor, pese a la tensión, estaba por llegar. Cuatro vueltas, tres, dos... Whincup se cansó. No podía quedarse ahí. Le sorprendió que Winterbottom sacara ese ritmo escondido del Ford, pero igualmente era ligeramente más veloz el Holden. Preparó el adelantamiento con cautela, intentando derretir a Frosty. Entraban en Hell's Corner y Whincup salió mejor. Esa era la suya. Emparejados, en la frenada, el morro de Whincup se ponía delante del Ford... ¡Frosty apura la frenada, tirando el coche! ¡Aparta a Whincup de la trazada y mantiene la posición mientras derrapa suavemente en la subida hacia The Cutting! El de Triple Eight había perdido terreno y dañado sus gomas con la suciedad fuera de pista. Pero no se rindió. ¡Winterbottom cruza la meta y gana su primera Bathurst 1000! Y enganchado detrás, Jamie Whincup.

Esas dos últimas vueltas estuvieron envueltas en un sordo rumor de la grada. Aplausos, gritos y emoción superando a los ruidosos V8 Supercars. Disfrutar forma parte de la tradición del motor. Y, sean los colores que sean, se demostró la nobleza justo antes del podio. "¡Frosty, Frosty, Frosty, Frosty!" El de FPR conseguía varias cosas que suben la moral a los fans de Ford: impidió la trigésima victoria de Holden en la Montaña, así como daba la primera victoria a Ford Performance Racing en la Gran Carrera Australiana. Años y años de mala suerte se acabaron para el #5. Por fin conseguía el Peter Brock Trophy.

Para finalizar, no fui a Bathurst. La vi por televisión. No olí las salchichas, ni la goma quemada. No pude notar el roce del viento. Sólo escuché y observé. Pero me sirvió. Me metí en la piel del aficionado, pues yo soy uno de ellos también. Sentado o en pie, da igual como, disfruté como un niño pequeño. Uno de esos niños pequeños que ha visto a los héroes condecorarse. Hora de cerrar esta historia. Hora para que Bathurst duerma durante un año y nos salude en 2014. Qué larga se nos hará la espera.

Resultados Bathurst 1000

1. M.Winterbottom / S.Richards - Pepsi Max Crew FPR / Ford Falcon FG 161 vueltas

2. J.Whincup / P.Dumbrell - RBR Australia / Holden Commodore VF +0.474

3. C.Lowndes / W.Luff - RBR Australia / Holden Commodore VF +6.237

4. G.Tander / N.Percat - Holden Racing Team / Holden Commodore VF +7.096

5. J.Bright / A.Jones - Team BOC / Holden Commodore VF +14.136

6. S.Pye / P.Morris - Sargent Security Racing / Holden Commodore VF +20.254

7. W.Davison / S.Owen - Pepsi Max Crew FPR / Ford Falcon FG +29.265

8. S.McLaughlin / J.Perkins - Fujitsu Racing GRM / Holden Commodore VF +43.341

9. D.Reynolds / D.Canto - The Bottle-O Racing FPR / Ford Falcon FG +46.067

10. A.Priaulx / M.Ekström - XBOX One Racing / Holden Commodore VF +48.277

...

13. L.Holdsworth / C.Baird - IRWIN Tools Racing / Mercedes E63 AMG +54.181

...

18. J.Moffat / T.Douglas - Norton Hornets / Nissan Altima +1:41.0728

Fotos: V8 Supercars

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