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HISTORIA WRC

Rally de Gales: cara a cara con la adversidad

La cita británica es la trampa por excelencia del WRC que lleva dando guerra desde 1973.

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Rally de Gales: cara a cara con la adversidad

Rally de Gales: cara a cara con la adversidad

Una historia que se remonta a 1932, cuando el RAC Rally se convirtió en el primero de la época moderna de Gran Bretaña. Las bases de aquel entonces rozan la locura en el presente, pues en su estreno contaba con más de 350 participantes y el rally arrancaba desde nueve ciudades: Bath, Buxton, Edimburgo, Harrogate, Leamington, Liverpool, Londres, Newcastle-on-Tyne y Norwich.

El descontrol se agrandaba con los numerosos itinerarios que dependían del punto de partida y que solo coincidían en la meta de Torquay. Además del recorrido en sí, los pilotos debían pasar un prueba de aceleración, frenada y rodaje lento y un concurso de elegancia en la ciudad de llegada. Un rally hecho a medida para la Gran Bretaña de la época.

Rally de Gales: cara a cara con la adversidad

Pistas forestales y "etapas Mickey Mouse"

Desde entonces, el Rally de Gales no ha hecho más que evolucionar. De hecho, fue en 1973 cuando se cuela en el calendario del Mundial de Rallyes y cuando más cambios experimenta. Sin embargo, fue ya en 1960 cuando se incluyeron las pistas forestales en el itinerario y desde entonces se han conservado. Aunque desde el 2000 la prueba de cierre del WRC se centra en Gales, lo cierto es que el RAC Rally siempre ha sido conocido por su reparto entre Inglaterra, Escocia y Gales.

Aunque sin duda, si algo ha caracterizado al Rally de Gran Bretaña ha sido su incesante esfuerzo por acercar a los aficionados. Ya en 1971, se introdujeron las llamadas "etapas para los espectadores" que no gustaron nada a la mayoría de pilotos que echaban de menos el desafío de los anteriores itinerarios. Despectivamente apodadas como las "etapas Mickey Mouse", estos tramos llegaron para quedarse y, de hecho, es una de ellas la que se ha convertido en uno de los puntos clave de la historia de la prueba. El Millennium Stadium de Cardiff, el primer tramo bajo techo de 2005.

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De la mano de los Escort

Un año después de las "etapas para los espectadores", comienza la era Escort. Sin demasiada potencia, pero perfecto para un rally adverso como el de Gran Bretaña, los Ford Escort se fueron abriendo paso. De hecho, el RAC Rally y Roger Clark marcaron un punto de inflexión al convertirse en el único británico de la época en desbancar a los escandinavos de lo más alto. Poco le duraría la alegría a los británicos, pues pilotos como Hannu Mikkola o Ari Vatanen supieron explotar al máximo los tramos británicos.

Incluso, un joven Toivonen rompía todos los registros cuando con 24 años se convertía en el vencedor más joven del Mundial a bordo del Talbot Sunbeam Lotus. El piloto finlandés se colaba así entre la élite de los rallys gracias a su pilotaje agresivo y radical. De hecho, los finlandeses, noruegos y suecos han acaparado la mayoría de las victorias en el RAC Rally. Una lista encabezada por Hannu Mikkola empatado en cuatro triunfos con Petter Solberg que acaparó el primer cajón del podio desde el 2002 hasta el 2005. Un reto que le quedó pendiente a Sébastien Loeb, que fue incapaz de pasar de las tres victorias con el C4 WRC.

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Colin McRae versus Carlos Sainz

Hablar del Rally de Gran Bretaña es hablar de McRae y Sainz, dos pilotos de armas tomar que convirtieron el RAC Rally en el desenlace de una ardua pelea por el título. En 1995, llegó el duelo por excelencia entre los dos pilotos de Subaru. Los neumáticos se convirtieron en un auténtico quebradero de cabeza para Carlos Sainz, en detrimento del piloto local que aprovechó las debilidades del español para llevarse la victoria y el título. McRae pasaba a la historia del Mundial de Rallyes como el campeón más joven, un hito que se revive con emoción en Gran Bretaña en cada nueva edición del rally.

Lo cierto es que el RAC Rally ha sido una trampa infernal para Carlos Sainz que fue el protagonista de la edición de 1998 con una frase que marcaría su carrera deportiva: "¡Trata de arrancarlo!". El tercer título del piloto español se escapaba a tan solo 500 metros de la línea de meta mientras veía como el Toyota Corolla WRC humeaba. Tommi Makinen se convertía en el nuevo campeón en un rally al que había dicho adiós antes de tiempo tras un accidente. Una de esas historias que acaban convirtiéndose en leyenda. De nuevo, un pudo ser y no fue para Carlos Sainz que recordaba con morriña sus victorias en las ediciones de 1990 y 1992.

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Desafío de categoría

Lo cierto es que el RAC Rally ha ganado protagonismo por su dureza y por los estragos que causa en los pilotos. Sus tramos forestales embarrados y el tiempo tan típico y desagradable de las Islas Británicas convierten a la última cita del WRC en un desafío sin precedentes donde no cabe duda, gana el mejor. Quizá por eso, goza de una asistencia multitudinaria con más de dos millones de espectadores a lo largo de todo el fin de semana. Pagar una entrada no es un impedimento para los aficionados que ansían la emoción y la velocidad, a pesar del frío y la lluvia que acompaña al mes de noviembre.

Sin duda, una prueba dura para los espectadores, pero aún más para los pilotos que deben combinar la improvisación con las notas para no cometer ni el más mínimo error. Un fallo en Gales puede salir muy caro. Los neumáticos se convierten en el principal foco de atención a la hora de preparar la especificación de los coches. La adherencia pasa a ser un bien escaso en los embarrados tramos de Gran Bretaña por lo que a veces los clavos son una buena alternativa. Una lista de características que si bien parecen más un calvario para los inscritos, son las que convierten al RAC Rally en una de las pruebas más prestigiosas del calendario del WRC.

Fotos: Stefan Brendig; Darren Teagles (Flickr Estoril); Juwra (Jonkka's World Rally Archive); Masa22 (Creative Commons).

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