Piëch es una personalidad tan ligada a Volkswagen en los últimos tiempos que es harto complicado trazar una línea que separe ambas entidades, por lo que desde que el pasado 18 de septiembre saltara el escándalo de los motores 2.0 TDI, en esta redacción nos preguntamos "¿Y Ferdinand Piëch, donde queda en esta historia?".
Según han pasado las semanas, la pregunta seguía en el aire adquiriendo aun mayor tamaño. El artífice real del devenir de las empresas del Grupo VAG y principal impulsor de las políticas de modelos y trabajo de las compañías por primera vez en años, no era ni tan siquiera mencionado en ningún artículo a todo lo largo del globo.
No nos creíamos, ni nos creemos que el que fuera el verdadero responsable de capítulos dignos de un guión de Hollywood como el proyecto Bugatti Veyron o el también megalómano Phaeton y su fábrica de cristal, no tuviera ningún papel en la mayor crisis de la historia no solo de Volkswagen, sino la mayor polémica con diferencia que ha sufrido jamás una compañía automovilística.
Bob Lutz
Como ya hemos dicho en alguna ocasión, Bob Lutz no es cualquiera en esta industria. El suizo nacionalizado estadounidense fue uno de los ejecutivos más experimentados y valorados de las últimas décadas. Su carrera profesional le hizo pasar por las más grandes marcas y grupos, por lo que su amplia experiencia solo es comparable a la facilidad que tiene para soltar por la boca lo que nadie más se atreve a decir.
Y en esta ocasión ha sido el primero en señalar a Ferdinand Piëch como auténtico responsable de la polémica que está atravesando el Grupo VAG.
Según Lutz, el sistema de trabajo de Ferdinand Piëch al frente de VAG solo puede ser calificado como un auténtico "régimen del terror y cultura donde el rendimiento era impulsado a través del miedo y la intimidación".
Fuente: Road&track
Como ejemplo gráfico de esto, Lutz mencionó un episodio en el que el propio Piëch alardeó de haber obtenido ciertos resultados en un modelo concreto, tras haber reunido a todos los ingenieros involucrados en el proyecto en una sala de conferencias y amenazarlos con despedirlos a todos si no se obtenían los resultados esperados en seis semanas.
Este tipo de anécdotas son de uso bastante común en todas las industrias, y a pesar de que lo diga el propio Bob Lutz, tampoco es signo de que así fuera realmente. Pero es bastante probable que en un entorno semejante, que no son ninguna excepción en el mundo industrial, ante la necesidad de obtener ciertos resultados en un margen determinado de costos y de tiempo, es más que probable que los ingenieros finalmente "crearan una solución alternativa" para obtener los resultados solicitados.
Según Lutz, este sistema de trabajo "obtiene resultados a corto plazo, pero es una cultura que es extremadamente peligrosa", añadiendo además que "este fiasco diésel es incalculable en términos de daños, mucho peor que las aceleraciones súbitas de los Toyota, el problema de los neumáticos Firestone de Ford o los interruptores de encendido defectuosos de General Motors."
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